La Serpiente de Fuego Prólogo


Las dos camionetas a la espera paciente, en la esquina lluviosa, a tan solo media cuadra del antro donde están los jodidos. Llevan dos horas allá adentro y la ansiedad hace que los hombres dentro del vehículo, maten el miedo con cigarros de marigüana. Tienen que haber sido ellos, "Don Nacho" no pudo haber sido cogido sin que al menos uno de ellos hubiera soplado; méndigos perros mordiendo la mano del amo.

La noche es fría por la brisa que corre bañando de sal los autos estacionados, el valet la quita del parabrisas y abre la puerta para que aborden 6 muchachos de entre 30 y 35. El conductor, el más joven de ellos, arranca y al mismo tiempo, sus cazadores. Las tres unidades se alejan, la primera de ellas, quizá cabeza de un cortejo fúnebre.

El "Cejas" prepara su AK, y echa un vistazo por la ventana, le ha parecido ver un fulgor rojizo corriendo por los techos. -No es nada- piensa, las gotas de agua en el cristal distorsionan las luces del semáforo que acaban de pasar a plena carrera.

-¡Ya, ya "Chango"!, ¡pásalos!-. La suburban los ha rebasado, y girando bruscamente, bloquea el camino 10 metros adelante. El blindaje funciona y los golpes sólo han hecho que la adrenalina suba. La segunda camioneta para de improviso y evita el escape de reversa.
Han bajado 10 y todos ellos disparando, las ráfagas poco escandalizan a los indigentes de los callejones, estas cosas pasan seguido, y a estas horas de la noche, sólo los alejan de sus habituales pesadillas.

Destellos rojos y gritos de dolor. El "Chango" y el "Cejas" salen proyectados hacia un lado, mejor dicho, arrebatados. El resto de ellos no les ha ido diferente, huesos rotos pero ninguno muerto. Todos en el piso han pasado del asombro al terror de no poder moverse, no hay heridas graves, pero la presión de una mano invisible, impide levantarse a los que quieren huir del que se les acerca. Todos miran con los ojos inyectados la figura enorme con el fuego en los hombros.

Dentro del vehículo, la sangre de los rozones se confunde con la orina y los vómitos, y los que no están inconscientes por el alcohol o la fuerza del impacto, observan como uno a uno sus antes victimarios, son tocados por la mano izquierda de aquel monstruo. Se desvanecen, y con cada estremecimiento de aquellos cuerpos, un pulso corre por las estrías rojas en el pecho y hombros de aquel ser.

Gritos, se acerca ahora a ellos y en todos una oleada de incontinencia ensucia aún más su camioneta. Arranca la puerta con facilidad, incluso parece no tocarla. Cuando hacia adentro se asoma, el "Muñeco" se topa con el rostro gris de ojos rojos sin pupilas, su mano los apunta uno a uno y una luz en su mano negra los enceguece. -¿He muerto?-, la última pregunta que su mente cruza.

Dos días después

APIMEX.- (nota). Las autoridades de Tijuana siguen sin poder explicar lo acontecido hace dos noches, cuando lo que parecía ser la ejecución de al menos un integrante del Cartel de la Hoja de Cinco Puntas, se transformó en lo que peritos y médicos especialistas han llamado un "fascinante caso de amnesia parcial colectiva". Tanto sicarios como víctimas sólo pueden recordar algunos pasajes de su vida, sus nombres y aspectos generales de su personalidad. Ninguno de ellos es consciente de las actividades a las que se dedican actualmente ni reconocen a persona alguna relacionadas con las mismas. Hasta el momento, las esperanzas de obtener información que lleve a la desarticulación del Cártel, son "bastante inciertas" según las autoridades.

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