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Soldado ajeno

Encaras valiente la suerte del soldado que viaja,
enarbolando su bandera y gritando su lema,
mientras, por dentro gime solo ante la desdicha,
de abandonar por quien el cobra risas.

Caminos recorre en lento paso,
ofreciendo sus armas de plata y marfil,
basallos de alguien más que ajeno a su pena,
sólo espera la sangre que en papel le entrega.

Lenta víspera del ocaso enrojecido,
le recuerda que sus manos ha perdido,
porque aunque valiosa es la vida mercenaria,
su existencia investida en dianas era.

Serpen Phlox

14 de Mayo de 1998

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