La Serpiente de Fuego 9

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Anexo 34-09/NLMEX 10/2010

Reporte de Composición Lingüística C -Dogón 16%-

Extracto referencial de la etnia Dogón

Audio: Clasificado-Altamente Restringido

Laboratorio de Inteligencia Artificial

MIT


Localización

Los Dogón son una etnia de la República de Mali en el África Occidental. Población estimada en unas 300,000 personas distribuidas en la región de Bandigara al sudoeste del río Niger y al norte de Burkina Faso.

Actividades económicas

Agricultura

Lengua, religión y cultura

El idioma dogón es una rama de las lenguas de la familia Niger-Congo, antiguamente incluida dentro de la familia Gur, se han identificado seis dialectos de la misma. La mayoría de los dogones practica una religión animista existiendo algunas minorías musulmanas y cristianas. Poseen una cultura sorprendentemente rica. Es notable la escultura, cuya temática consiste en figuras con los brazos extendidos, barbudas o cubriendo su cara. Especialmente intrigantes son sus conocimientos ancestrales en astronomía, particularmente de Sirio en la constelación del Can Mayor, el cual describen como un sistema estelar trillizo. Conocimiento que de ninguna manera pudieron haber adquirido por sus propios medios, ya que fue hasta muchos años después que se corroboró científicamente la naturaleza de esta estrella. Sus conocimientos son tan inverosímiles, que incluso conocen los períodos de rotación de Sirio b y c, respecto a Sirio A y las relaciones entre su tamaño y densidad. Su mitología gira en torno a estas tres estrellas y se centra en la panspermia dirigida en nuestro planeta por habitantes de ese sistema.

Donald Fryer

Analista

(-93.1696), 18.0693

Eduardo Barrera es el Director del CERESO de su pueblo, allá en Tabasco. Siempre se ha caracterizado por su tesón y la inquebrantable voluntad de hacer que pasen las cosas a cualquier precio, el que sea. Ese es el camino que siempre siguió y el único que ha conocido. En sólo 2 años ha subido como la espuma: Asistente del Secretario de Seguridad, Jefe de la Policía, y ahora, Director. Trabajando a la sombra de sus padrinos en el Gobierno del Estado, en todo momento le han procurado un camino libre; después de todo, es importante que alguien de confianza se encargue de los negocios extracurriculares, aquellos a los que por ningún motivo deben aparecer ligados los altos mandos de Gobierno. Aunque siendo sinceros, todo el mundo sabe quiénes son los patrones a pesar de que es prácticamente imposible demostrarlo.

La suerte ha sido su amiga fiel por mucho tiempo. Como aquella vez en que le encomendaron callar al “Negro” Peralta; el grupo al que pertenecía dentro del penal, había tenido problemas con integrantes capturados de los “Betas” y como el caimán que aprovecha la confusión reinante entre las presas que se acercan a beber, un simple motín le permitió deshacerse de él sin despertar sospechas.

Pero al igual que la mujer que uno cree segura en casa, la suerte te abandona el día menos pensado, justo después de haber abusado de ella. La semana pasada Eduardo hizo un negocio grande, dos millones de dólares, fácil y sin riesgos; todo consistió en aprovechar la amnesia selectiva inducida por Ha-Seykan a su contacto directo con el Cártel de la Hoja de Cinco Puntas. El pobre diablo olvidó quien había sido por cinco años y dejó de cobrar la cuota bimestral de venta de drogas y extorsiones dentro y fuera del penal. Desafortunadamente, más de uno se enteró de su peligrosa apuesta.

-¡Puta madre!- Gritó Eduardo mientras colocaba su mano en la herida sangrante en su costado. Dolía como ninguna otra, y para sus adentros, sabía que no tendría más tiempo para ver el tipo de cicatriz que hubiera producido al sanar.

Al salir de su casa, y antes de abordar la camioneta donde lo esperaban sus guardaespaldas, un comando de cuatro hombres los habían atacado. Sin tiempo para reaccionar, dos de los suyos habían caído y los otros cuatro se batían en la refriega. Alcanzando a entrar al vehículo blindado, vio como ambos bandos mermaban y temeroso por lo que le deparaba el destino, cerró los ojos esperando que en cualquier momento la metralla de alguna granada terminara por perforar el acero reforzado de su Lincoln.

Pasaron dos largos minutos durante los cuales busco en vano su celular, y casi al mismo tiempo, los recuerdos de sus tropelías lo bañaron con una incongruente cascada de emociones que remataban un orgullo por las proezas realizadas a su corta edad. Extorsión, asesinatos por encargo, secuestro, tráfico de drogas e inmigrantes; de todo, Eduardo había hecho de todo sin vacilar en su momento y su puesto actual era el fruto maldito de toda aquella sangre derramada.

El silencio repentino y un espasmo en sus músculos serratos le hicieron volver a su realidad. Lastimosamente intentó acomodarse en el asiento de la camioneta, de tal forma que le permitiera ver mejor hacia afuera. Sus ojillos entornados por el dolor, buscaron sin suerte algún signo de vida. Como era usual en los tiroteos, los transeúntes se ocultaban de inmediato, por lo que para ese momento, la calle de su casa se veía desierta. Alzó la vista y no supo si reír o llorar. Una estela de fuego zigzagueaba en el cielo, descendiendo hasta donde estaban los cuerpos de sicarios y guardaespaldas.

En un majestuoso estruendo, el gigantesco ser se posó sobre el suelo, junto a los cadáveres que contempló por unos instantes. Acto seguido giró lentamente su cabeza de un lado hacia el otro, como oliendo el aire saturado del aroma de la pólvora hasta que finalmente fijó su mirada sobre la camioneta de Eduardo.

Un movimiento de su mano y la puerta salió volando 6 metros. -¡Chingó a su madre todo! ¡No me cogerás vivo cabrón!- gritó entre dolores agudos mientras intentaba dispararse en la sien. Esfuerzo inútil. Ha-Seykan le había sujetado la mano y ahora lo miraba con sus terroríficos ojos nublados por un rojo carmesí, como ausentes de vida.

-¡¿Qué quieres cabrón?! ¡Mátame!- volvió a gritar Eduardo en medio de sollozos apagados por su orgullo. Sus incipientes lágrimas brillaron con la luz que se proyectaba de la mano de Ha-Seykan, y en un instante, el infierno se precipitó sobre él cuando finalmente le aprisionó la cara. Todo el dolor y la tragedia como consecuencia de sus actos, lo inundaron; y los gritos de sus víctimas se confundieron con los propios. Pasó revista incluso de las implicaciones en el futuro y sin poder evitarlo, con tristeza atestiguó el posible destino de sus propios hijos.

Ya en franco llanto, con cada lágrima el dolor desaparecía. El olvido bendito enjugó su sufrimiento y sólo los recuerdos cotidianos, las desventuras y los regocijos del día a día, quedaron como únicos escribanos de la historia de sus actos. Y en un último suspiro, su conciencia y la vida misma, poco a poco lo fueron abandonando ante el irresistible deseo por seguir aquel túnel luminoso por el que ahora se deslizaba.

El cuerpo de Eduardo quedó sobre el volante del vehículo, reposando, como descansando de una vida desperdiciada en el trasiego del libre albedrío mal entendido, mal encausado. Un argumento más para justificar la rebeldía de su libertador.

Ha-Seykan cerró los ojos y suspiró profundamente, sabía que a 8.7 millones de años luz, algún discípulo de su enemigo, recibiría el regalo de la conciencia.